martes, 5 de abril de 2011

debate a la española

En una democracia, o, mejor dicho, en un capitalismo medianamente democrático, ne se debería permitir que una linea de supermercados acaparara todo el mercado y abriera una única franquicia para servir a todo un pueblo de seis mil habitantes. Pero si se le paga la suma apropiada al alcalde, se puede conseguir dicha remunerativa exclusividad. Por eso en nuestro pueblo o villa, mañana y tarde, es un horror hacer la compra. La lineas al cajero son interminables, y recuerdan a aquellas fotos de grandes multitudes apiladas para recojer la comida donada por la Cruz Roja en Moscú, poco despues del colapso del comunismo. Tampoco, en una democracia, deberían hacer los regentes de un supermercado que las chicas de la caja, a menos de seiscientos euros mensuales, hicieran la colocación de los alimentos en las estanterías, fregaran el piso, y otras labores. Pero así es, en la Epaña de precios a nivel europeo y salarios tercermundistas casi. Aún así, algunas de las dependientas consiguen ser amables con los clientes. Esto es muy importante pare que todo funcione bien en la sociedad. Si a un juez le venden los huevos y la leche con una sonrisa, hará despues su trabajo sin caer en la inquina que le habría provocado un mal trato. Y es sabido que las maestras de los niños pequeños tienden a desahogarse con estos si se las enfurece en la linea del supermercado por la mañana tremprano, lo cual a su vez hace que los pequeños tambien se acostumbren al mal humor y crezcan malencarados. Por eso yo aprecio a Paca y siempre quiero que me cobre ella. Claro que nunca hemos hablado de nada personal. Pero tiene los ojos bonitos y verdes, el pelo negro, como a mi me gusta, y hasta este mediodía me parecía inteligente. Yo no me creo demasiado inteligente. Soy, me parece, normal, aunque mi madre pensaba que era un poco denso. Hoy, tras la discusión con Paca, tengo mis dudas acerca de la inteligencia mía, la de ella, y la inteligencia en general. Resulta que compré un paquete de rollos de papel del vater, una cajita de tomate frito, y unas cuchillas de afeitar. El día era soleado y alegre. En la calle ya, miro el recibo y veo que junto a este hay otro papelito que me hace partícipe en una especie de rifa de algo que llaman "la cesta de la suerte". No sé que clase de cesta será. El caso es que el papel dice "la cesta de la suerte del 3 de abril" Así, sin más. Entonces me percato de que estamos a 5 de abril. Solo por curiosidad, vuelvo a la tienda y le digo a Paca, sonriendo, que ya estamos a 5 y, entonces, ¿cual es el sentido de darme un papel para una rifa que se celebra el 3?. Ahora ella me mira como si yo fuera, definitivamente, retrasado mental, aunque aún se muestra amable. - No- dice- la rifa, que no es en realidad una rifa, no es para el tres, sino que empezó el tres. Confundido, le pregunto: - No es que tenga mucha importancia para mí, pero ¿no sería mucho mejor dar la fecha de cuando se hace la entrega de la cesta que la fecha en que alguien tuvo la idea de organizar esta rifa? Ahora ella se lo toma a lo personal, como si ella fuera la organizadora de la rifa o la dueña del supermercado. -Y si no le importa mucho, ¿ para qué me hace darle explicaciones? Muy cierto. Pero el meollo de la cuestión sigue sin esclarecerse. _Ya. ¿Pero no le parece que sería más lógico dar la fecha de la celebración de la rifa?-pregunto. Y así durante quince minutos. -Oigan, ¿es para hoy?-grita uno con grandes puños y peludo, que, por alguna razón , lleva un peluche en la mano. - Me agradecerá que averigüe para cuando es esta rifa- balbucéo, estupidamente. - Me importa tres cojones la rifa- dice él, pero no tengo todo el día, algunos curramos. - Me alegro de que no sea unos de los cuatro millones de parados... Y así hasta que salí, finalmente, convencido de que Paca ya no me miraría nunca con los mismos ojos. Y entristecido por ello.

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