Luego
tu rostro lo vela una nieve de luna.
Disfrazo el secreto de tu presencia.
Que no sepa nadie como los ríos turbios
repiten la falta de tí,
que la tierra está empapada
de tu lejanía.
Yo te guardo donde nadie
puede mirar, de puro remoto y profundo.
Un día saldrás por mis ojos,
sorprendente y terrorífica,
convertida en mi mismo.
Luego
tu perfil desaparece
detrás de la calina de los esfumados estíos:
tu boca, desvaída como el rojo
de una flor muerta,
tu lívida mirada
como el azul de unos ojos recordados.
Estás. No estás. Que yo no sé si vivo
o ya no,lo corrobora el hecho
de que el viento pueda ulular
por el hueco de mi corazón
como por un desierto
o una cueva en la roca.
sábado, 21 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario