lunes, 23 de mayo de 2011

EL VALLE

Cuando tengo algo de tiempo libre, salgo al campo, busco los caminos perdidos, los pueblos viejos. Soy un amante de la soledad y de los lugares viejos, y me gusta creer que a veces me acerco a la linea que separa a los vivos de los muertos.
hacve dos días he estado en Serín, un caserío entre Oviedo y Gijón. La estación es una reliquia, con gran alero de madera. En un banco resquebrajado junto al portón cerrado con un candado antiguo, ví a un hombre sentado, el ala del sombrero echada sobre el rostro. No le miré dos veces, pero me pareció que dormitaba.
Bajé por el camino, bordeado de alta maleza y hierba que el viento peinaba, dando al verde claro reflejos plateados, como de agua. aquel lugar, solitario, lleno de sol y viento, parecía irreal, quizá el recuerdo de otro lugar. Los númerosos árboles susurraban como un mar distante. El silencio sideral zumbaba sobre aquellos valles frondosos. Se setía el girar del planeta. Puede que hubeira muertos bajo la tierra, pero parecía un paraje soñado y suspendido del cielo.
Una figura se me acercó por el camino. Alguien de la comarca que, aunque vestido con su traje de doimingo, tenía toda la apariencia de campesino. Alzó la mano en un saludo, que le devolví. seguí andando y pronto me olvidé de él.
Después de una hora o así de paseo, decidí volver a la estación y tomar el tren de vuelta a Oviedo. Me sorprendió que hubiera una ambulancia frente al edificio. Los paramédicos iontroducían un cuerpo en el vehículo, sobre una camilla. Les dije, al ver la cara del paciente, que parecía dormido:
- Acabo de encontrarme con este hombre ahí abajo, en el sendero...
-Pues ya es raro- contestó una de ellos, con cierta ironía- porque lleva sentado en ese banco, muerto de un ataque al corazón, más de una hora.
-Ah- respondí- Eso quiere decir que mientras ustedes llegaban a por él, su espiritu decidió dar un paseo.
Miré hacia el valle. Seguro que estaba lleno de fantasmas.

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